En el año 1853, después de muchos cambios sociales y económicos, en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina comenzó el cultivo de cocoteros, desplazando las plantaciones de algodón. A partir de ese momento, las islas empezaron a oler y saber a coco.
El coco se hizo el gran protagonista no solamente de la gastronomía isleña, sino también se constituyó como la base de la industria de artesanías de la región.
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